Por sentir y pensar...

SOLEDAD
Amiga Soledad, hace tanto tiempo que no asomabas los pasos por aquí, cerca de donde me encuentro. Te percibo entrar a mi sitio. Me descubres una vez más. En la misma situación y a la hora de siempre; en desvelo. Leal a los instantes taciturnos de la vida. Sólo en este tipo de momentos te apareces. Cuando la tristeza me abraza y aflige mi alma. Cuando nadie me ve.
Cómo flotando en la marcha, te acercas y me observas… evocas una actitud silente entretanto. Miras como desespero en voz baja en la fuente de mis desasosiegos. Te limitas con la mirada, no dices nada. Prestas atención casi indolente, como insípida. Un  mar de lágrimas… y tú, que no entiendes que pasa. Sin embargo allí estás tolerando mis más desconsolados llantos.
Cómplice de mis más profundos lamentos. La única que desconoce lo que me hace feliz porque no me ha visto sonreír; más que llorar. Místico ser, emana de ti, a tu andar, un aire gris que convierte mi entorno en la nada. Nada. Nada, más que tú. Testigo de cada una de mis consternaciones.
A veces quisiera que Dios no propiciara siquiera la  sensación de tu espíritu hacia mí. Ya que a tu llegada arrastras la más profunda melancolía, y mi alma no demora un segundo en asimilarse a una rosa mustia… sin vitalidad… abandonada. Me domina la fragilidad, mis pensamientos me envían a tiempos o junto con personas que prefiero dejar atrás. No recordarlas más.
Sabes? Me da gusto que no me olvides; que hayas regresado.  Por lo menos me recuerdas cuando nadie lo hace.  Y eso te hace mi compañera, más que eso… una amiga. Después de Dios, también consigues ensimismarme y hacerme ver que solamente yo puedo ser mi mejor amiga. Comprender al mundo, el motivo de mi existencia y por qué obedecer a la voluntad divina. No dejo de tener en cuenta que nada es casualidad.
Oportuna es tu visita  luego de extenso recorridos tuyos a otros lugares, con otras amistades. Pero así como bien recibida apareces, te ruego que no frecuentes mucho  por aquí. Incluso creo; una ocasión para un año es más que bastante. Pasa que no precisamente traes la dicha de mi existencia, la que impele de gozo mi corazón. Ya me comprendes, no?.
En ademán de retiro giras hacia el portal, vas a partir. Ya en otra oportunidad volverás. Colmada por tanto verme sollozar quizás te hallas. Pero espera… antes de que continúes, hay algo que no puedes dejar. Recoge esta fuente de  mis lamentos por favor. Llévatelos. Ubícalos por esos senderos tuyos… en tu paraje desierto. Te espero para otra lejana ocasión, amiga Soledad.