¿Esta historia continuará?

Con libretos no habituales, las escenas a ocultas y el capítulo prohibido que se agrega a una historia, a dos mundos distintos. Los únicos personajes; ella y él.

En el guión de ambos probablemente no estaba incluido lo que el destino ya tenía escrito. En la sociedad la situación no es permitida porque unos lo tachan de “inmoral”. Y ni que decir si esto tuviese lugar en algún contexto eclesial, sería un “pecado”.

De él, en ella, ya había traspasado a sus sentidos un “no sé qué”. En principio pasaba por desapercibido, era simplemente omitido. Las cosas empezaban a tener un tinte discretamente confuso. Sin embargo, él también había puesto sus ojos en ella. Todo, sin que nadie se diera cuenta.

Ella estaba acompañada, y él… bueno, él hasta hoy no es preciso por lo rumores, pero todo indicaba que también. Se siembra la incertidumbre y ambos sin imaginarlo iban construyendo un capítulo. Lo que en su desenlace lo configura a un capítulo prohibido.

Las escenas ya trascendían a los encuentros con “disimulo”, al diálogo cada vez más cercano, al trato más seguido. Se suscitaba así una “relación”, sin serlo oficialmente dicho, más bien; hecho.  Era una especie de “amigos con derechos”, o algo más que eso por la interferencia de algunas emociones. Se rompe la barrera de lo imposible.

Llegado el momento, el destino se encargaría de que los dos volvieran nuevamente a sus reales libretos. Pareciera ser que improvisar sus guiones y no seguir parámetros los condicionaban a reprimir lo que escondían entre los pálpitos del corazón y la piel. Debían acabar las escenas en donde llegaba la noche y él la sentía habitar en sus pensamientos y donde ella creaba un mundo a su lado en algún sitio de sus sueños. Ella recordará por siempre aquel primer dulce beso en lo clandestino.

La historia real debía retomar su curso.  Un capítulo que cierra en un pedazo del tiempo, y que se instala en lo esporádico o en lo pasajero tal vez. La decisión de ella de no asumir las consecuencias es el broche de cierre. Él preguntó en una ocasión: - Cuál es límite?, ella contestó sonriendo: - Hasta que diga basta. Pero nunca lo dijo. Entonces se plantea una significante incógnita… ¿Ésta historia continuará? Bien, el tiempo lo dirá.