Sobre la distancia y el tiempo...

Se dice que la distancia y el tiempo en el amor conducen al olvido. En algunas circunstancias se ajusta lo dicho, en la mayoría de las veces; no.


En algunos casos sucede que el deseo de traerlo a lado, de  compartir, de pasar momentos con esa persona, estar juntos; es señal de que algo nos hace exaltar hasta el corazón. Es una ilusión  que recién ha brotado con toda sinceridad. Y eso que envuelve al ser, y es como un “no sé qué” , se va nutriendo... al mirar sus ojos, rozar su piel, y compartir algún momento que nos llene de gozo, para configurar algo tan simple a grandioso e inolvidable. Es decir, su compañía es lo que va acrecentando y consolidando paulatinamente lo que se ha encendido muy en lo profundo.
Pero cuando apenas empieza, habría que cuidarlo. Porque la distancia y el tiempo indefinido que pasa podrían oscurecer el brillo de hasta la más pequeña chispa ya suscitada. Es que es como una semillita recién sembrada, al que si no le echan agua y no la atienden, mientras no le hayan crecido raíces... tiende a que  pronto se vaya a secar. En este caso es que ambos factores podrían enfriar esa afinidad, ese encanto, esa sensación de atracción. La magia se consume y podrían conducirse las cosas al olvido.
No es así para aquel amor cuya base está bien fortalecida por la aceptación,  el entendimiento, la tolerancia, el respeto y todo lo demás. El lazo que los une es una proximidad prodigiosa y paciencia ante lo que dista y no deja transcurrir. A pesar de la dimensión que los aleja, para la comunión de sus corazones no existe tales  obstáculos. Saber amar, es saber esperar en parte, no importa los días, semanas, meses, ni años. No existe tiempo que lo disuelva. Hasta parece volvernos leal mucha paciencia.
Lo que has encontrado en esa persona, sólo en ella habita, en otra... no hay igual. Es como un código. Una clave entendida en un solo idioma. Entre dos. Y a tener en cuenta que... si  desde el principio no es cuidado aquello que sabemos... probablemente se disipen las enormes ganas encendidas, por distancia-tiempo; tiempo-distancia. Sin embargo, al amor bien consolidado... no lo harán declinar jamás.